Uso de la IA generativa en un centro educativo (parte I)

El curso acaba de terminar, y con él, una travesía intensa que, junto a mis compañeros Sandra y David, nos ha llevado a recorrer España, luchando por un objetivo claro: enseñar el uso ético, seguro y provechoso de la IA generativa en los centros educativos. Y aunque me siento satisfecho por lo logrado, es hora de reflexionar y descansar... pero también de ser consciente de que la verdadera transformación educativa apenas ha comenzado.

Mi "carrera" como formador comenzó en 2014, cuando asumí la Jefatura de Estudios en mi centro. Con ganas de cambiar el rumbo, creí que la gamificación y la digitalización eran las herramientas perfectas para revolucionar lo que hacíamos. A través del boca a boca (no soy de redes sociales, para ser honesto), esa chispa se expandió, y pronto me vi impartiendo formación en otros centros. Fueron momentos de aprendizaje constante, en los que descubrí la enorme capacidad de los docentes para adaptarse y transformar, aunque el sistema no siempre estuviera preparado para ello.

Todo cambió en Mallorca, cuando un encuentro con mi amigo Miquel y el visionario José Navalpotro me abrió los ojos a la Inteligencia Artificial Generativa. Vi de inmediato el potencial transformador que esta tecnología podría tener en la educación, pero también los peligros que traía consigo. Decidí, entonces, no esperar a que las instituciones educativas se pusieran al día: comencé a formarme por mi cuenta, aprendiendo de quienes generosamente compartían sus conocimientos. Sin embargo, la mayoría de los departamentos de educación parecen no considerar esta formación como una prioridad... Y ese es, para mí, uno de los mayores desafíos a los que nos enfrentamos:

Formación y el rol del profesorado:

Lo que más me ha sorprendido durante este recorrido formativo ha sido la tremenda disparidad entre los centros. En la educación infantil y primaria, la formación en IA generativa es casi unánime, todos los docentes se suman al cambio. Sin embargo, en secundaria, bachillerato y ciclos formativos, la asistencia a estos cursos es opcional, y a menudo depende de la voluntad del equipo directivo, que en muchos casos se ve desbordado ante la falta de recursos y apoyo. Y si hablamos de las universidades... la brecha es aún mayor. La resistencia al cambio y la falta de preparación del profesorado para afrontar este nuevo paradigma educativo es palpable, y es uno de los grandes obstáculos para que esta transformación llegue a ser efectiva.

Soy un firme defensor de la educación pública, aunque trabajo en la concertada, de las que se habla poco, con un alto porcentaje de alumnado inmigrante y de nivel socioeconómico bajo (sí, también aprobé las oposiciones, pero me pasaron los que habiendo tenido menos nota tenían más puntos por haber trabajado en la pública). No puedo evitar reconocer que la educación pública en España está atravesando una crisis profunda. A pesar de esto, lo que más me preocupa es la falta de una visión clara en cuanto a la formación continua del profesorado. Si los centros no gestionan bien la formación en nuevas tecnologías y en IA generativa, nos enfrentamos a un panorama educativo cada vez más caótico. Es crucial que se implemente un plan de formación continuo e integral para todos los docentes, porque, de lo contrario, la implementación de la IA será desigual y, en muchos casos, incluso contraproducente.

Un plan de formación que no integre a TODOS los docentes es una oportunidad desperdiciada. Los esfuerzos aislados de algunos se convierten rápidamente en barreras para el progreso de otros. Si no somos capaces de generar un entorno colaborativo en el que todos los profesores estén unidos con la misma visión, la implementación de la IA en las aulas será un caos, y los docentes, en lugar de ver la tecnología como una herramienta de mejora, la sentirán como una amenaza. No podemos permitirnos este lujo. La educación está en una encrucijada, y si no actuamos ahora, los que más lo sufrirán serán nuestros estudiantes.